Hay personajes que se escapan a las expectativas de su autor, que van diseñando su vida literaria hasta cobrar una dimensión autónoma. Thomas Mann decía que el escritor que se cree dueño de sus personajes, que les reglamenta la vida, que dirige todos sus pasos, no logra escribir nada significativo; en cambio, aquel escritor que traza una línea para iniciar el itinerario del personaje y luego este se le va imponiendo con su propia lógica, ese está haciendo literatura. Mann decía que la mayoría de sus novelas habían comenzado como cuentos o pequeños relatos y acabaron por convenirse novelas de 600 o 700 páginas. RICARDO FORSTER