Orhan Pamuk y el centro secreto de la novela

El novelista ingenuo y el sentimental es el resultado de una reflexión por muchos años de parte de Orhan Pamuk en torno al extenso y difícil ensayo de Schiller El poeta ingenuo y el sentimental. En esencia, el poeta (novelista) ingenuo no medita lo que escribe porque tiene el don, simplemente escribe y le sale bien. El otro es el que medita en la técnica, revisa una y otra vez, se atormenta.

El interés de Pamuk radica en responder cómo funciona la mente de cada tipo de novelista, a la par que responde al qué se puede esperar de la novela y del lector y escritor de este género. ¿En qué se basa la singularidad de la novela? La novela no sólo es un producto del intelecto: es algo que también involucra y exige todos nuestros sentidos.

Si algo rechaza Pamuk es la idea del héroe literario como vector de la novela. La trama de la misma, antes bien, está sujeta a la relación de los personajes con el mundo que los rodea. Personaje y mundo están tan vinculados que el novelista difumina la distinción entre ellos para conseguir lo que da en llamar el paisaje: según Pamuk, los pensamientos y estados de ánimo de los personajes influyen en los objetos y en el escenario. Cuando Anna Karénina lee en el tren, sabemos como lectores de su tristeza no porque Tolstói nombre la tristeza, sino por su descripción precisa del frío y de la nieve visibles por la ventana del vagón que son unos con la tristeza. El mismo Pamuk consigue mostrar la melancolía de su personaje Ka en Nieve fusionándolo a él y sus sensaciones con la nieve perpetua que cae sobre la ciudad venida a menos Kar.

Y algo más, para Pamuk, realizamos nueve operaciones mentales al leer (escribir) novelas:

1. Observamos le escena general y seguimos la narración.
2. Transformamos palabras en imágenes mentalmente.
3. Nos preguntamos hasta qué punto la historia es una experiencia real y qué parte es producto de la imaginación.
4. Nos preguntamos: ¿es así la realidad?
5. Juzgamos y nos deleitamos con la precisión de las analogías.
6. Realizamos juicios morales sobre las decisiones y el comportamiento de los protagonistas.
7. Nos congratulamos por el conocimiento, la profundidad y el grado de comprensión que hemos alcanzado.
8. Mientras tiene lugar todo lo anterior, muestra memoria trabaja de forma intensa e incesante.
9. BUSCAMOS EL CENTRO SECRETO DE LA NOVELA CON UNA GRAN ATENCIÓN.

Lo más llamativo del pensamiento de Pamuk acerca de la novela es el último punto: con enorme lucidez responde el qué distingue a la novela del resto de géneros. Toda novela que se precie de serlo oculta en su interior un centro secreto. En una novela todo apunta a él. “Todos los ambientes, todas las descripciones, todos los diálogos son pistas para que el lector pueda descubrirlo. El centro, esto es, una exploración de un aspecto de la vida, es el verdadero conductor de la trama. Una vez que lo hemos descubierto, estamos seguros de que la vida tiene un significado profundo, y la vemos desde otro enfoque». Afirma Pamuk que buscar el centro de una novela es en realidad examinar nuestra propia vida. Es posible que esto responda a por qué los lectores prefieren la novela a otros géneros, o por qué el novelista suele creer que la novela lo encierra todo.

Para Pamuk, una novela puede lograr los mismos efectos que la religión o la filosofía. Más allá de eso, una novela puede enseñarnos el arte de vivir. Tanto en mística como en filosofía, así como en la vida, buscamos y anhelamos un centro secreto que la mayoría de las veces es inexistente. La novela misma puede carecer de tal, pero su virtud, su gran logro y arte es la de sostenernos durante todo su trayecto la ilusión de ese centro secreto y esencial.

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