Vivir en el mundo

Norman Mailer dejó un legado invaluable en The Spooky Art, una serie de ensayos en los que reflexiona en torno al arte de la escritura, particularmente alrededor de la novela. Las diapositivas contienen uno de los ensayos en inglés Living in the World, texto de sinceridad sin igual. A continuación, algunos fragmentos de la edición en español (publicada por emecé):

Como los buenos novelistas tienen que ser valientes por un lado pero prudentes por el otro, constituimos una especie delicada. Más sensibles que los demás al principio, tenemos que desarrollar la voluntad, la resistencia, la determinación y la insensibilidad para absorber el abuso crítico. Un buen escritor, por lo tanto, hace bien en verse a sí mismo como una persona fuerte, débil, llena de valiente timidez, sensible e insensible. En efecto, tenemos que aprender cómo vivir en el mundo con sus sacudidas y caídas y, de vez en cuando, asombrosas recompensas mientras protegemos el núcleo de lo que una vez parecía una sensibilidad terriblemente perecedera.

[…]

He dicho casi lo mismo antes, pero vale la pena repetirlo. Tiendo a mirar a mis contemporáneos del mismo modo que un atleta mira a sus atletas rivales. Tratas de tener un estado mental donde ves todo lo que ellos hacen mejor de lo que tú puedes lograrlo, aunque por cierto miras para seguir siendo consciente de aquellas capacidades tuyas que son superiores a las de ellos. Los buenos atletas miran a sus colegas de ese modo. Después de todo, tienen que enfrentarse.

Desde luego, esto a menudo no se aplica a los autores. Pero actuamos como si fuera así. Eso es porque si somos lo bastante buenos, nuestros partidos pueden concluir cien años después de que nos hayamos ido.

[…]

[..] Pero la obsesión se opone al arte en el mismo sentido en que que alguien que habla compulsivamente se opone a la buena conversación. La elección es romper la obsesión o entrar en ella. El que habla compulsivamente debe pasar por la transformación hercúlea de aprender a parar o debe convertirse en un gran monologista. ¡Como hizo Henry Miller!

[…]

Cuando se trata de ser juzgado sobre una escala moral, los buenos novelistas por lo común están en el medio: no demasiado buenos y, de ser posible, no demasiado malos. Los malos, después de todo, por cierto ven más ventajas en contar mentiras que en contar la verdad. No es una buena práctica para un novelista. La ficción es al única mentira primordial que te está permitida.

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