A propósito de las declaraciones de Carlos Chimal sobre la tomadura de pelo que es la ciencia ficción (CF), elaboro esta serie de anotaciones breves y desordenadas sodre tal género. (Aclaro que nunca lo he cultivado declaradamente como tal):
1. Cuando estudiaba Ciencias en la universidad, mostré emocionado a un profesor, físico de formación, la novela de Carl Sagan Contacto, y le mencioné lo maravilloso del personaje femenino Ellie Arroway, a quien muchos años después interpretaría en el cine Jodie Foster. «Deje de leer esas tonterías y póngase a estudiar», me conminó. Me tomó por sorpresa el comentario, no sólo por el denuesto a la magnífica novela que estaba leyendo, una de las más honestas y bellas, sino porque el científico referido sumó a su escasa apertura la declaración de una nula trayectoria lectora. Ahora los físicos teóricos se toman en serio lo que Sagan propuso en la novela, el que, en breves palabras, tuvo por vez primera la intuición del concepto de agujeros de gusano y antes de publicarlo consultó al gran Kip Thorne, cosmólogo, para ver la factibilidad física y matemática de su hallazgo. Thorne hizo cálculos durante meses y le dio la razón. Así, Sagan publicó su novela sin cargos de conciencia. (¿Dónde está lo anticuado de Carl Sagan, señor Carlos Chimal?)
A partir de Ellie Arroway, científica creada por Sagan, aprendí mucho de las contradiciones del alma, encarnadas en una mujer que toda su vida añora las estrellas y el acercamiento con una civilicación extraterreste. ¿Qué queda al final de todo eso? Quizá los despojos de un bello sueño. Resalto en la cita lateral uno de los pasajes de la novela que ha permanecido en mi cabeza desde la primera lectura de la novela.
Durante la mayor parte de su vida había rechazado a su propio padre, sin tener la más leve idea de lo que hacía. Qué entereza de carácter había puesto de manifiesto él frente a sus arranques de adolescente, cuando le echaba en cara que no era su padre, que no tenía derecho a indicarle lo que debía hacer.
El telefax volvió a sonar dos veces, invitándola a “pulsar la tecla de RETORNO. Sin embargo, no tenía ánimo para responder. Pensó en su padre, en Theodore Arroway, en John Staughton, en su madre. Todos habían sacrificado muchas cosas por su bien, pero ella estaba demasiado preocupada por sí misma como para percatarse. Deseó que Palmer se hallase a su lado.
El telefax sonó una vez más y el carro comenzó a moverse. Había programado la computadora para que le llamara la atención con insistencia si encontraba algo en π. Sin embargo estaba demasiado atareada deshaciendo y reconstruyendo la mitología de su propia vida. […]
En la mesa sobre la que descansaba el telefax había también un espejo. Allí vio Ellie a una mujer ni joven ni vieja, ni madre ni hija. No había avanzado lo suficiente como para recibir ese mensaje y mucho menos descifrarlo. Había pasado su existencia procurando establecer contacto con los seres más extraños y remotos, mientras que en la vida real no lo había logrado casi con nadie. Siempre criticó cruelmente a los demás por crearse mitos, pero no advirtió la mentira que subyacía debajo de los propios. Toda su vida estudió el universo, pero nunca reparó en su mensaje más sencillo: las criaturas pequeñas como nosotros sólo podemos soportar la inmensidad por medio del amor.
2. En su primera visita a México D.F., antes de entrar en vigencia este milenio, William Gibson, el padre del cyberpunk explicó al público lo idistinguible que es para él la CF de la poesía. Casi exigió a quienes cultivan el género de la novela leer no sólo a los poetas clásicos, sino a los contemporáneos, antes de cada sesión de escritura, porque ignoran lo que encontrarán de aquel lado.
3 Ana María, vieja amiga a quien conocí por un cuento maravilloso de CF que publicó en Ciencia y Desarrollo, y, quien debo confesar, fue una de las personas que motiviaron mi crecimiento como escritor, me conentó por correspondencia que halló cierta ocasión a Gabriel García Márquez hojeando libros en la Gandhi, pocos minutos antes de ser reconocido por sus lectores y asediado para aparecer en las selfies de aquel entonces, otorgar autógrafos, y demás estcéteras. Ana María se ofreció a buscarle los libros de una lista que llevaba en la mano el Nobel. La mayoría de los títulos anotados en la hoja eran de ciencia ficción, obras que, confesó él a mi amiga, lo inspiraban en la elaboración de su mundo propio.
4 Siempre acoto ante los demás que los únicos géneros (subgémeros si se desea) de literatura que admito como parte de una taxonomía son: la buena y la mala literatura. Para la CF se cumple también esto. La CF, desde mi punto de vista, es una de las mejores invenciones del hombre. Es la literatura del if. No pretende parábolas morales, lecciones didácticas, y tampoco necesariamete apunta a la mirada utópica o distópica de una realidad futura a la que predice. Pero es todo eso a la vez. Me gusta definir a la CF como realismo al límite. Si la literatura se trata para muchos de atisbar a la condición humana, la CF nos ha colocado en escenarios posibles en los que podemos explorar cuánto nos desconocemos.
5. Daniel Sada nunca dejó de recomendar a sus alumnos una de las obras de la India que le parecían fundamentales. No se trataba de novelas de Salman Rushdie o Arundhati Roy (a quienes apreciaba, por supuesto), sino de la novela de CF de Amitav Gosh El cromosoma Calcuta, obra que sólo tras terminarse deja ver por qué la sugería Sada: es imaginativa y fresca, está perfectamete construida, y muestra al lector que la buena literatura va siempre de la mano del atrevimiento, eso a lo que, antes que escape de la realidad, Ionesco llamaba osadía.
(La imagen de este post corresponde a una simulación computacional rigurosa de lo que puede verse en la cercanía de los agujeros negros. Su autor es Kip Thorne y apareció en la película Interstellar).
Como estudioso de la poesía, concuerdo con Gibson, aunque no diría que es la CF la que se acerca a la poesía, sino la fantasía (la CF, como parte de la fantasía, así como el terror, entre otras).
La poesía no es el poema. No todo el que escribe poemas es un poeta. Hay poetas que escriben cuentos o novelas o que no escriben en absoluto.
La poesía es algo inefable, y lo que mejor le ajusta, creo yo, es compararla con el mundo de las ideas, de Platón. La poesía es ese mundo ideal, que sólo podemos atisbar por breves instantes, y sólo durante ciertos estados de conciencia. El poeta, entonces, quiere mostrarle al mundo lo que ha percibido, y para ellos ólo cuenta con el imperfecto lenguaje.
Gracias por el comentario, Jorge. Hay bastante que decir sobre la poesía, y la CF ha permitido este diálogo. Un saludo.
En la ciencia ficción he encontrado una fuente maravillosa de combustible que te propulsiona hacia el moderno «más allá». Es el descubrimiento de una bella cosmogonía que nos brinda una religión a los agnósticos.
Muchas gracias, Arta, por esa apreciación tan lúcida.