Anota Martin Amis, en Experiencia:
El problema de la vida (siente el novelista) reside en su calidad de informe, en su fluidez ridícula. Mírenla, sin apenas trama, casi sin tema, sentimental, ineluctiblemente manida. El diálogo es pobre; o violentamente irregular, al menos. Los sesgos son o predecibles o sensacionalistas. Y siempre tiene el mismo principio, y el mismo final…